La zona sur del conurbano bonaerense, que se extiende por los alrededores de las arrumbadas casas bajas estilo inglés de la ciudad de Temperley, una geografía que puede leerse arbitrariamente entre el distrito post industrial de Lanús y las relajadas quintas de Adrogué, fue la cuna de un fenómeno que rápidamente el marketing se apuró a etiquetar para vender como “Nuevo rock argentino”. Pero debajo de toda revelación emergente, subyace un sedimento cultural que los periodistas especializados ignoran y la historia olvida.
Hernán Cortés recogió pacientemente los retazos de esas pequeñas historias que se asemejaban a leyendas urbanas, mitos o fantasmas de jeans rotos y zapatillas de lona, y los desplego en un acto de justicia poética. Copiloto pilato, Barrio turco, El lado salvaje, Pepe Albano y el reviente, Los corrosivos, Pirata industrial o Los inadaptados pueden resonar hoy como nombres extravagantes para aventuras de adolescentes suburbanos que comenzaban a insuflar ritmo a su desencanto con la recuperada democracia. Este libro nos cuenta cómo, muchas veces, la mejor banda del mundo puede estar ensayando a orillas de la avenida Pavón y las vías del Ferrocarril Roca.