Las mujeres y los librepensadores de las comunidades musulmanas tradicionales heredan una doble carga. Si quieren vivir en el mundo moderno, deben confrontarse no solo con los teócratas que moran en sus casas y escuelas, sino también con muchos progresistas laicos, cuya apatía, mojigatería y alucinaciones de “racismo” arrojan un velo más a su sufrimiento. En Sin velo, Yasmine Mohammed responde a ese reto con un coraje inaudito, refutando la peligrosa noción de que criticar la doctrina del islam es una forma de fanatismo. Que su sabiduría y su valentía nos inspiren.