El deseo es el núcleo de la autonomía femenina. El deseo de no aguantar la violencia que no solo no cesa, que toma revancha contra el no de las mujeres o contra sus decisiones: irse con alguien, no irse, dejar a un novio, empezar a trabajar, salir a bailar, vestirse, desvestirse, invitar a salir o a tomar un helado de dulce de leche.
Putita Golosa es un texto descarnado y sensible, en el borde del periodismo, la crónica, la poesía, el ensayo, el porno naif y el texto de género. La intimidad es política y, en tiempos en que el feminismo es uno de los mayores actores políticos de la Argentina, los costos sobre el cuerpo, la amorosidad, el erotismo se cobran en el punto G de algunas mujeres activas en las calles y destempladas entre sus sábanas. La violencia tiene una contracara. No igual ni comparable. El maltrato no es equivalente al destrato. Sin embargo, también se levanta como una forma de desaire y de disciplinamiento.
Putita Golosa. Por un feminismo del goce intenta combatir el mandato de relajarse y gozar frente a la opresión para reivindicar la multiplicidad de goces posibles en una libertad que se escribe sin final a la vista ni visto que pueda frenar la marea feminista.