Interpretaciones tradicionales han planteado la idea de que Montoneros recurrió a la simbología peronista por simple oportunismo político. Del mismo modo, conceptos como el de “infiltración”, común en los años ‘70 para explicar las divisiones internas del movimiento, contribuyeron a cristalizar una percepción que presentó al peronismo montonero como algo espurio. Este libro muestra la compleja relación de los Montoneros con la cultura política peronista, atendiendo a la robusta y cambiante relación con sus cuatro símbolos más importantes: el 17 de octubre; sus dos líderes, Eva y Perón; y sus actores distintivos. Estos símbolos son entendidos como los elementos centrales de una memoria de la experiencia peronista que, como tal, fue (y es) un fenómeno “vivo”, sujeto a la dinámica del recuerdo y el olvido, que se encarna en grupos y en constante resignificación. El libro recorre de manera integral los años de existencia de Montoneros, no para indagar acerca de la supuesta veracidad o legitimidad del peronismo montonero; sino para comprender su lógica y racionalidad propias.