Napalpí fue cruel
para los asesinados,
para quienes vivieron
lo que no era vida,
para quienes vivieron
la masacre de cada día.
Melitona Enrique nació el 16 de enero de 1901 en el paraje rural chaqueño El Aguará cuando la provincia del Chaco era Territorio Nacional. Sobrevivió la Masacre de Napalpí a los veintitrés años y fue la única víctima qom-toba que pudo dar un testimonio fehaciente de lo que ocurrió aquel sangriento sábado 19 de julio de 1924.
Al año de cumplir con su misión Melitona Enrique se apagó, como si estuviera satisfecha con las huellas de su dolor transformadas en un mapa de dignidad. En su despedida, un mundo de respeto, agradecimiento, amor y pasión se gestó en la mirada que intercambiaron con el autor de este libro.
Este poemario es un homenaje a su legado.