El siglo XX vió nacer una serie de pensadores dramáticos que trascendieron las delimitaciones disciplinares y permitieron pensar e intervenir acontecimentalmente. Al filo del teatro, Deleuze nos incitó a jugar con los conceptos de diferencia y repetición, Foucault con la memoria de antiguas prácticas, Colli con la idea de representación. Alessandro Fersen y Lo incorpóreo continúan esta lista.
Fersen redactó la versión definitiva de este texto poco antes de morir, en un esfuerzo por recoger los frutos de una vida dedicada tanto a la escena, como a la escritura y las prácticas de taller. Lo incorpóreo propone un juego sobre la noción de memoria, reflexiones sobre el pensamiento arcaico, así como también una prosa poética y visionaria que favorece el encuentro con lo inefable, una catarsis y una transformación.
“Sin duda, el camino de conocimiento al que Lo incorpóreo nos invita conduce a la otra cara de la sabiduría dionisiaca, a la que se accede siguiendo el aprendizaje teatral del entusiasmo (el ἐνθουσιασμός griego; literalmente: la posesión divina), el arte de la identificación con el dios que nos convierte en otros que nosotros mismos /