Que Juan Domingo Perón y sus tres esposas hayan tocado ligeramente el piano y su secretario personal José López Rega tuviera un pasado como cantante; que en su último discurso, el General llamara “música” a la palabra del pueblo argentino y que, prometió, se la llevaría no en su memoria sino en sus oídos; que el avión que trajo al líder desde Madrid se llamara Giuseppe Verdi; que mientras el dictador Lanusse acusaba al expresidente de que no le daba el cuero para volver, el grupo Vox Dei publicara un disco llamado Cuero; o que mientras el rock se amparaba en las alegorías, Miguel Cantilo compusiera una canción como Apremios ilegales contando explícitamente una sesión de torturas son mucho más que meras coincidencias o juegos de palabras. Son claves para volver a mirar y a entender desde lo musical y lo sonoro aquellos años que oscilaron entre la esperanza, el horizonte revolucionario y el desastre que allanó el camino a la dictadura militar. Abel Gilbert aporta numerosas nuevas ideas sobre una época que nos sigue convocando como un fantasma que todavía deja sus marcas en la actualidad.