En Curupayty una granada le cercena a Cándido López, el pintor, su brazo derecho. Retirado como inválido de guerra vuelve al tiempo a pintar. Con la izquierda. Firma ahora Zepol, López al revés. Su estética espejada. Parece una pesadilla pero fue realidad. Melina Marcow toma en esta pieza a López, varios años antes de aquello, toma a Mitre su protector, a su familia, a los criados, a la diplomacia; y pinta con esas figuras viejas un lienzo nuevo. Es diestra pero lo pinta siniestra. La prolijidad aristotélica de la historia reordenada en una estética reversa, forzada a nueva convención. Inversa. Personal. Deliciosa en su perversidad y cándida a la vez; como López. Como Zepol. Una preciosa dramaturgia Wocram.
Mauricio Kartun