Para evitar que no queden más historias que contar, algunas de nosotras aquí fuera, exiliadas, en medio de la avena salvaje, pensamos que sería mejor empezar a contar otra historia a la que, tal vez, las personas puedan dar continuidad cuando la vieja haya terminado. Tal vez. El problema es que todos nos hemos dejado convertir en parte del relato del asesino, y así puede ser que terminemos junto con él. Es por eso, que con cierto sentimiento de urgencia busco la naturaleza, el sujeto, las palabras del otro relato, la historia no contada, la historia de la vida.