Hay algo profundamente misterioso en estos cuentos de Elizabeth Lerner, y no se trata solo del misterio de su escritura, límpida y a la vez opaca, tersa y a la vez tensa, tanto que dan ganas de correr el velo y descubrir qué se esconde detrás de las palabras —y si nos contenemos es porque en el secreto está lo hermoso de estos relatos, narrados con un as escondido cuya presencia sentimos físicamente pero no podemos ver—. No es solo ese misterio: es la extrañeza de los espacios, de otros tiempos y otras literaturas.
Mariana Enríquez
Desde Escenas de un verano inquietante y Las visitas hasta Las bodas, el último volumen de su trilogía de cuentos, la obra de Elizabeth Lerner despliega un universo de espacios, personajes y temáticas en los que la realidad está siempre al borde de torcerse. Elementos que no forman parte de la serie, sucesos inesperados, sus textos hilvanan con delicadeza una variedad de recursos en los que se nota una mirada minuciosa sobre el mundo.
Escritora exquisita y profundamente atenta a los detalles y los climas, Elizabeth Lerner fue y seguirá siendo, al decir de Enríquez, “una narradora serenamente poderosa”, capaz de viajar por el tiempo y por el espacio, con el equipaje justo y necesario.