Calificada como “joya literaria” por el escritor chileno Luis Sepúlveda, El Paso del Diablo sigue al Gallego Soto y otros doce anarquistas prófugos en su cruce por la cordillera. Por su participación en las huelgas patagónicas, una patrulla del Ejército les respira en la nuca. La tensión, el cansancio y el frío acosa a estos hombres decididos a huir para que la revolución no muera.
“Asumo que me tocó escribir la historia de los vencidos”, dice Oyarzún Díaz. Pero en su novela se recorta, sobre el fondo de la derrota material, la victoria moral de los vencidos.