Colville y Francine, en su infancia, vivieron con su familia en un refugio subterráneo construido por una Iglesia, a la espera del fin del mundo, que ocurriría a fines de marzo de 1990. Mientras el barrio en el que vive Francine busca a una niña desaparecida (¿Caroline?), Colville aparece, después de muchos años, para ayudar en la búsqueda. Ese momento dispara múltiples recuerdos del tiempo en el que todos se preparaban para el apocalipsis.
El cañón salía al descampado. A la intemperie, había mucho viento; siempre teníamos tierra en la boca. Seguíamos caminando, pasábamos un viejo tipi que había levantado mi papá, los silos de aceite que iban a enterrar. Ahí adentro iban a vivir personas, cuando el mundo que nos rodeaba no existiera más.